viernes, 8 de diciembre de 2017

El Par

Dos gotas.
Dos pinceladas.
Dos suspiros.
Dos llamas.
Dos postres.
Dos acordes.
Dos huellas.
Dos piruetas.
Dos algodones.
Dos vías.
Dos carcajadas.
Dos perfumes. 
Dos brotes.
Dos creaciones.
Así de simples, rápidos y hermosos. 
Dos años,
tus dos primeros. 
¡Feliz cumpleaños hijo de mi alma!
Que la alegría se pose 
todos los días en tus manos.
Te amo con todo mi ser.
Mamá (de "Nam": Juan).

viernes, 10 de noviembre de 2017

Mi querido Lelé


Este era mi gato Blue, alias Lelé (una deformación de bebé).  Él eligió llamarse así con un cabezoncito entre varias opciones de papel.  También lo llamábamos cariñosamente Beto Panteroshky, Berni (por Neustadt "no me dejen solo"), gatuperio o mi ley (por rey).  Fue mi mejor regalo de los 18 años,  convirtiéndose en uno de mis mejores amigos.  Me acompañó durante casi la mitad de mi vida.  No sé si yo lo elegí a él o él me eligió a mi, pero llegó en un momento en el que lo necesitaba mucho y fui su tutora interespecie.  Sin dudas fue la mejor mascota que pude tener.  Me acompañó en los momentos más importantes de mi vida, los más felices y los más tristes.  Todos lo que lo conocieron lo quisieron.  El día que me lo trajo mi mamá estaba disfónico por una traqueitis, ¡el colmo del gato de la fonoaudióloga especialista en voz! Eso fue lo más grave que tuvo durante toda su vida.  Me dijeron que era un siamés mestizo, jugando tal vez a favor de su salud.  Sin embargo, creo que la fórmula para su buen estado fue haber mamado la teta de mi perra cócker Wendy quien tuvo un embarazo psicológico cuando lo trajimos y también fue muy longeva.  Después de curarse de su patología vocal mostró la hilacha, era muy maullador.  Algunas personas que hablaban conmigo por teléfono creían que estaba con un niño y en ocasiones parecía que decía mamá al maullar.  Cuando se despertaba al salir el sol y dormíamos todos, maullaba para que alguien se levante a acompañarlo.  Recuerdo la primera vez que se quedó a dormir Ger en casa, ¡maulló toda la noche! (había pasado la prueba de fuego).  Tenía costumbres perrunas, por ejemplo, si lo llamabas venía de donde estuviera, si le tirabas un juguete lo iba a buscar con su boca y te lo dejaba al lado.  Esto probablemente lo adquirió por criarse de cachorro junto a la perrita Sol de nuestros vecinos (ella empujaba los juguetes con las patas como gato).  Era un gato fonoaudiólogo dado que estudió toda la carrera conmigo, le encantaba ponerse en el escritorio a tomar sol mientras yo leía y ¡en especial se recostaba en el apunte que estaba leyendo!  Cuando viajaba en auto abría su boca por estrés, quedando con una mueca bastante escalofriante que le daba miedo a algunos de los que lo veían por la ventanilla.  Me acompañó a Tandil y a Mar del Plata.  Tenía el don de ponerse encima de los lugares que te dolían (panza, piernas, ovarios, corazón, etc.) y ronroneaba haciendo que sus vibraciones te mejoren.  Le gustaba dar cabezoncitos y me lamía con su lengua rasposa de cariño.  Cuando me mudé pensé que lo mejor era dejarlo en su casa de siempre (los gatos se encariñan de los lugares, dicen) pasando a visitarlo periódicamente, pero al poco tiempo fui a buscarlo porque no se sentía bien lejos mío.  Era tan pero tan bueno, que cada quince días le hacía su toilette, lavándole los dientes, cortándole las uñas, limpiándole los ojos y las orejas.  La última veterinaria que lo atendió se sorprendió del estado de sus dientes a pesar de su edad.  Tenía la costumbre de saltarte al hombro, lo que asustaba a más de uno, porque le gustaba estar a upa y que le dieran palmaditas en la cola (la famosa palaleta).  También le gustaba que le hiciera bebito, haciéndose bolita en mis brazos.  Solíamos dormir abrazados a la noche y se ponía en mis piernas en la siesta (si era abajo del acolchado mejor).  Era un pésimo cazador, hacía tantos tanteos antes de saltar que para cuando se decidía su presa ya se había escapado.  Tenía que atontar a las polillas para que las agarrara, si el bicho era muy grande le tenía miedo y a veces parecía que las palomas se reían de él a través de la ventana.  El último tiempo estaba un poco sordo, porque ya no me escuchaba cuando entraba a casa.  Fue bajando de peso y perdiendo masa muscular gradualmente, pero como dice una amiga ¿qué viejo obeso conocés?  Eso hizo que le empezara a costar un poco subirse a la falda y bajarse, desistiendo completamente de sus saltos atléticos hombrunos.  Fue también el mejor amigo de mi hijo Juan Martín que tiene un año y once meses.  Le enseñó a amar a los animales y le tuvo toda la paciencia del mundo.  Desde que nació JM también lo apodamos Kristina, porque tuvo que dejar el poder después de mucho tiempo.  Creo que ellos dos se llevaron tan bien porque en el fondo tenían la misma esencia inocente y simple, y los mismos hábitos como llevarse cosas del piso a la boca, jugar con la basura, vomitar, gritar, etc.  Una de las cosas buenas de tener mascotas es que con ellos podemos hacer todo lo que los "especialistas" no nos sugieren hacer con nuestros hijos: colecho, hablarles mal, ser permisivos, hacerles mucho upa, etc.  Murió de viejito, se fue apagando de a poquito, siendo bueno hasta para morir.  Traté de brindarle los mismos cuidados que me gustaría recibir a mi en su misma situación.  Sin someterlo a prácticas que no tenían sentido dado su proceso natural de envejecimiento, tomando en cuenta el concepto de futilidad que aprendí esta semana (def.: "procedimientos terapéuticos que resultan esfuerzos inútiles o ineficaces en relación con la inviabilidad de las metas propuestas").  Le sostuve su pata hasta el final, cuando el martes pasado a la noche no quiso comer ni tomar más agua, despidiéndose el miércoles a la tarde en menos de veinticuatro horas.  Hasta entonces, su conducta y ánimo fueron como siempre.  A pesar de todo el dolor que siento, el vacío que me quedó y el duelo que recién comienza, puedo decir que no me arrepiento de ningún día que pasé junto a él.  Para los que dudan de tener animales, puedo asegurarles que es una experiencia maravillosa que te hace mejor ser vivo, te enseña responsabilidad, comprensión de los procesos vitales y amistad verdadera.  Siento que son una puerta a través de la cual Dios nos muestra su amor puro, incondicional y eterno.  Y mediante la cual nosotros lo vivenciamos para que podamos ensayarlo imperfectamente con nuestros hijos (naturales o no, humanos o no).  Nunca olvidaré esa mirada tierna, contenedora y enamorada, libre de prejuicios y rencores.  Alguien que quiero mucho me contó que su abuela le dice siempre que los animales cuando se mueren es porque nos protegieron de algo malo que iba a suceder en nuestra casa, por eso aconseja siempre tener animales ya que nos cuidan hasta el final.  Sé que me seguirá cuidando como mi ángel guardián felino, "cuidá la casa Lelé" le decía siempre al salir, y lo sigo haciendo.  Estoy convencida de que algún día nos volveremos a encontrar para dormir juntos.  Ahora está en el cielo descansando en paz, jugando con ratoncitos (tontitos), paquetitos (de celofán) y moños de regalo, durmiendo sobre la cama abajo del acolchado, o cerca de la estufa, o en su almohadón azul, o en una silla, o al sol, comiendo vauquita, postrecitos (Ser o de JM), yogurt (lolú), atún y jamón, tomándole la teta a Wendy.  Una parte de mi se fue con él y una parte de él siempre se quedará conmigo.  Lo amaré toda la vida con la misma intensidad.  
Hasta luego querido amigo y como siempre te dije "gracias por compartir la vida conmigo".  Seguiré cantando tus canciones: "Es mi chiquito Lelé, mi bebito Lelé, es mi chiquito Lelé.  Mi bebecito Lelé, mi chiquitito Lelé, es mi bebito Lelé", "Es mi Lelito Lelé.  Mi bebecito Lelé.  Mi pequeñito, tan bebecito.  Mi chiquitito Lelé".
Todavía no puedo ver sus lugares vacíos.  Me voy despidiendo gradualmente y de diferentes formas.  Si llegaste a leer esto hasta al final, agradeceré tus palabras de aliento y consuelo.  Serán un bálsamo para atravesar este difícil y triste momento.       

viernes, 12 de mayo de 2017

Feliz día del fonoaudiólogo!!

En este día tan especial para todos nosotros quiero compartir una historia. Hace poco aprendí que en la canción sana sana la parte que dice "colita de rana" no es sólo para la rima. El renacuajo cuando se convierte en rana pierde la colita y, según la creencia popular, eso duele. El mimo, la caricia que alivia, estar en sintonía emocional con el otro sujeto: son características fundamentales de un fonoaudiologo. Que levante la mano quién abrazó a un paciente, quién le dió un beso, quién lo escuchó más de lo que atañe a un protocolo, quién le explicó un diagnóstico médico porque nadie lo había hecho, quién le limpió la boca, los mocos o los oídos, quién lloró por lo que le pasaba, quién planificó una sesión o redactó un informe fuera de su horario laboral, quién se olvidó de beber, comer o ir al baño sólo por estar atendiendo, quién tuvo en la sesión a toda su familia, quién habló por teléfono con la escuela para garantizarle una buena educación, quién se emocionó ante un logro, quién rezó por ellos? Así que a mis colegas todo el respeto del mundo. Y a los demás, cada vez que vean a un fonodiologo más respeto por favor que tienen delante a un profesional que hace mucho más que enseñar la"rr".
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