lunes, 26 de diciembre de 2016

Derecho a la Educación


Después de un año de maternidad debo decir que no fue tan fácil como mi imaginación inmadura creía ni tan difícil como lo reflejaban mis temores.  Juan Martín es un bebé hermoso, bueno y alegre, también muy movedizo y obstinado.  Hemos atravesado momentos cruciales en su desarrollo en donde el andamiaje de sus docentes de jardín maternal ha sido invaluable para un par de padres primerizos inexpertos como nosotros.  Es un orgullo que tales profesionales se encuentren en una institución municipal como lo es la Escuela Infantil N° 6 DE 10.  Es por ello que en la reunión de padres de cierre de año, aunque mi mente me decía que no lo hiciera, me largué a llorar como una niña al rememorar tantas vivencias compartidas con ellas.  Nuestro bebé siempre va contento al jardín, cuando las ve les sonríe y comienza a mirar hacia el interior de la sala sin ninguna dificultad para el desapego.  Cabe destacar su amplia formación en las diferentes áreas del desarrollo tal como lo plantea la estimulación temprana con una mirada desde la psicomotricidad indispensable para los aprendizajes en esta etapa de la vida de nuestro pequeño.  Pero sobre todo, lo más importante es su vocación.  Esa vocación que contagia la alegría que tienen en su quehacer cotidiano, esa que demuestra interés real y  parece olvidar que se trata de un trabajo por el enorme placer que se ve que les genera ejercerla.  Esa que irradia cariño en todos los detalles y cumple la función de maternaje tan esencial para los primeros años de vida del bebé (y para los papás también).  El vínculo de confianza que se ha generado durante este año ha sido invaluable, sustentado en la actitud de nuestro hijo que siempre se mostró afectuoso con sus maestras realizando las mismas conductas que con nosotros en casa como abrazarlas, besarlas, pellizcarlas, treparles sus pantalones, darles manotazos, escucharlas, mirarlas, imitarlas.  La confianza nos permitió despejar nuestras dudas, escuchar sus consejos, contarles nuestras anécdotas y, en algunas ocasiones, desahogarnos lagrimeando con ellas.  De más está decir que nunca las olvidaremos, le mostraremos a Juan Martín las fotos y videos de este año hablándole siempre de las buenas personas que le tocaron como sus primeras seños.  Es un orgullo como argentina que exista en nuestro país educación pública de tan alta calidad y con excelentes profesionales, recordándome mis años de formación en otros países del primer mundo.  Tuve la suerte de poder brindarles junto con mis compañeras una jornada de formación docente sobre desarrollo normal de la comunicación, signos de alarma fonoaudiológicos y ejercicios de educación vocal.  Ese fue nuestro pequeño aporte para devolverles un poco de todo lo que nos han brindado como familia en este 2016.  Muchísimas gracias, eternas gracias, gracias totales!  Viva el derecho a la educación! Viva la educación pública! Y, sobre todo, vivan Silvia y Ana!  Las queremos mucho y les deseamos lo mejor en sus vidas.